
Los humedales se están perdiendo y degradando a gran escala, con consecuencias alarmantes. Desde 1970, todos los tipos de humedales naturales han disminuido, con una pérdida media anual del 0,52 %. Han desaparecido más de 400 millones de hectáreas. La degradación de los humedales restantes continúa a nivel mundial, amenazando la biodiversidad, la seguridad hídrica y la resiliencia climática.
Los costos de la pérdida de humedales son profundos y siguen aumentando. El valor global de los humedales perdidos en los últimos 50 años supera los 5,1 billones de dólares internacionales o USD. Los humedales degradados ofrecen menos servicios ecosistémicos, lo que incrementa el riesgo de desastres, reduce la calidad del agua y acelera las emisiones.
Los humedales sanos son esenciales para la seguridad hídrica, climática y alimentaria. Regulan los flujos de agua, reducen el riesgo de inundaciones y sequías, almacenan carbono y sustentan la pesca y la agricultura. Son fundamentales para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Aunque la restauración es urgente, la prevención es más rentable. El costo de restaurar humedales oscila entre 1 000 y más de 70 000 dólares por hectárea y por año. Conservar los humedales existentes es mucho más barato y eficaz. Aun así, se requiere restaurar al menos 123 millones de hectáreas para cumplir los objetivos mundiales actuales.
La falta de inversión es el principal obstáculo para actuar. Actualmente, la financiación para la biodiversidad representa solo el 0,25 % del PIB mundial. Superar el déficit financiero de los humedales exige políticas audaces, asociaciones público-privadas y herramientas innovadoras como bonos verdes, créditos de biodiversidad y canjes de deuda por naturaleza.
Los humedales están infravalorados en los procesos de toma de decisiones. Aunque generan servicios ecosistémicos valorados en hasta 39 billones de dólares internacionales o USD al año, no se integran adecuadamente en la planificación nacional ni en los sistemas económicos. Es crucial incorporar la contabilidad del capital natural y la valoración de los ecosistemas.
Existen soluciones positivas para la naturaleza que ya están funcionando. Historias de éxito en todo el mundo —desde avances financieros en los manglares hasta asociaciones para restaurar turberas— demuestran que, con ambición e inversión, es posible proteger y restaurar los humedales a gran escala.
Vías de progreso
Valorar los humedales puede mejorar la toma de decisiones y fortalecer las políticas. Integrar toda la gama de valores de los humedales —económicos, culturales e intrínsecos— en la planificación conduce a mejores resultados para la naturaleza y las personas. Nuevas herramientas y datos facilitan la adopción de políticas y decisiones racionales centradas en los humedales.
Reconocer que los humedales son parte integral del ciclo hidrológico global abre nuevas oportunidades. Desde turberas montañosas hasta manglares costeros, los humedales sostienen la seguridad hídrica a todas las escalas. Los países que los incorporan en sus estrategias nacionales de agua, clima y desarrollo están fortaleciendo su resiliencia y reduciendo riesgos.
La financiación innovadora está impulsando una revolución en las inversiones en humedales. Avances como los bonos azules, los mercados de carbono y los créditos de biodiversidad están ampliando la acción. Iniciativas como el Mangrove Breakthrough muestran cómo la combinación de ciencia y finanzas puede movilizar miles de millones para la restauración y protección.
La combinación de financiación pública y privada para los humedales está dando resultados. Están surgiendo nuevas alianzas para invertir en los humedales como soluciones basadas en la naturaleza. Gobiernos, empresas y comunidades están aunando esfuerzos —y recursos— para proteger ecosistemas vitales, generar empleo y reforzar la adaptación y la biodiversidad.
Un futuro próspero depende de los humedales y de la acción colectiva. Los humedales son esenciales para la salud del planeta y el bienestar de la humanidad. Es imprescindible actuar de inmediato, a nivel mundial, nacional y local, para conservar lo que queda, restaurar lo perdido y movilizar financiación sostenible para el futuro.